Uruguay
Para no volver a la normalidad
Lilian Celiberti
Investigadores y académicas han señalado que en la base de la pandemia del covid-19 se encuentra la extensión incontrolada y exponencial del modo de vida capitalista industrial por todo el mundo. Analizar las causas es importante para comprender dónde están los problemas y orientar las salidas tendientes a prevenir otras pandemias. Los masivos cambios en el uso del suelo, la deforestación y la urbanización han supuesto la fragmentación del hábitat y la creación de ambientes favorables para la propagación de los vectores de enfermedades de animales a seres humanos, como el coronavirus. La alteración de los ecosistemas, la masificación de la ganadería industrial y, en general, la destrucción del sistema ecológico son algunas de las expresiones de una lógica basada en el crecimiento y en el “desarrollo infinito” que comienzan a ser percibidos como un problema, y dejan al descubierto que el decrecimiento material no es una mera hipótesis, sino una realidad que se está concretando debido al agotamiento de las reservas de petróleo. Se evidencia así la necesidad de abrir un debate acerca de las transiciones del modelo capitalista depredador y extractivista.
Imaginar la transición a un nuevo paradigma que revierta los valores dominantes y abra caminos de esperanza hacia una vida digna de ser vivida –como dice Amaia Pérez Orozco– supone un cambio de tal envergadura, que la pregunta más urgente es cómo y qué hacer, para recorrer ese camino. Mas difícil es si lo pensamos desde Uruguay, este pequeño lugar en el mundo con una derecha neoliberal que quiere arrasar con muchos de los derechos conquistados y una izquierda dominada por una racionalidad desarrollista neoextractivista. El regreso a las calles después de la cuarentena nos enfrenta, por una parte, a leyes más represivas y criminalizadoras y, por otra, a una situación social dramática en las condiciones de vida. A ello se agrega una guerra contra el feminismo y la cultura de los derechos humanos, liderada por la cruzada fundamentalista del nuevo partido Cabildo Abierto, que forma parte de la coalición de gobierno.
Durante algunos meses, el encierro ha paralizado y desacelerado la producción mundial con enormes efectos y costos sociales. La pregunta es si las reflexiones abiertas nos llevan a replantear las prácticas de producción y consumo o volver a la “normalidad” del consumo de los que pueden. Las condiciones de desprotección que generó la pandemia despertó miles de acciones de solidaridad que, como en otros momentos de nuestra historia reciente, muestra la mejor cara de la sociedad. Sin embargo, no necesariamente estas prácticas pueden generar cambios permanentes en las formas de producir y consumir para desarrollar estrategias sostenibles de una economía social y solidaria. La necesidad de asumir un paradigma de decrecimiento en una relación más armoniosa con la naturaleza no forma parte del vocabulario, ni del horizonte de miles de activistas solidarios, aunque con muchas y muchos nos encontramos en varias causas comunes.
Es un tiempo de crisis muy difícil y por eso mismo es fundamental fortalecer el tejido social para dar paso a formas de organización colectiva que coloquen en el centro la sostenibilidad de la vida. Es urgente desplegar, con imaginación, espacios colectivos para a re inventar resistencias a la cultura capitalista en todas sus manifestaciones consumistas, individualistas, violentas, racistas, colonialistas, y patriarcales. Experimentar campos de re existencias desde la comunidad, los barrios, y los territorios para construir otras formas de vivir más cercanas a un imaginario transformador que incorpore los ejes de acción política que se han ido gestando desde la militancia ecologista y ecofeminista.
En las últimas semanas, en nuestra región se promovió la divulgación del llamado “Por un pacto social, ecológico, económico e intercultural para América Latina” que retoma la propuesta realizada por Maristella Svampa y Enrique Viale. Es una iniciativa interesante que permite señalar las acciones más urgentes a encarar frente a los efectos de la pandemia en la región: la transformación tributaria solidaria, la anulación de la deuda de los Estados, la creación de una renta básica universal, la priorización de la soberanía alimentaria, la construcción de economías y sociedades pos extractivistas, y la creación de sistemas nacionales y locales de cuidados. Dice el llamado que es necesaria la “creación de sistemas nacionales y locales de cuidado que ponen la sostenibilidad de la vida en el centro de nuestras sociedades. El cuidado es un derecho y, como tal, debe incluir un rol más activo del Estado y de las empresas en consulta y corresponsabilidad permanente con los pueblos y comunidades. Esto permitirá combatir la precariedad laboral y alcanzar una mejor repartición de las tareas del cuidado, en términos de clases sociales y de género, pues el mismo recae de modo desigual sobre las familias y en ellas, sobre las mujeres”.
Sin embargo, para el feminismo la propuesta de sostenibilidad de la vida no se reduce a definir el cuidado como un derecho, lo que empobrece su perspectiva tanto desde el punto de vista antipatriarcal, como ecológica. Me siento más identificada con la perspectiva de Yayo Herrero, que permite ampliar y densificar el concepto de sostenibilidad de la vida. incluyendo la sostenibilidad ecológica y social para dar respuesta simultaneamente a la interdependencia y fragilidad de las vidas humanas y a la ecodependencia de la naturaleza que constituye las bases materiales que sostienen la vida. Dice Yayo “En nuestra opinión, este concepto se incluye dentro de la idea más amplia de sostenibilidad ecológica y social. Sostenibilidad supone, pues, una relación armónica entre humanidad y naturaleza, y entre humanas y humanos (Bosch et al., 2005).
Solo reinventando la acción política desde la comunidad podremos construir otras formas de vivir más cercanas a un imaginario transformador. En esta dirección, encontramos pistas para avanzar en las acciones de muchos movimientos: los agroecológicos que buscan formas de producir sustentables, los de consumidores responsables, muchos colectivos feministas, el trueque, la economía social, “mercadas virtuales”, permacultura, huertas urbanas, cooperativas y otras experiencias de gestión sostenible en materia política y ambiental fortalecen esferas de economías alternativas y de autogestión. Estas prácticas están en marcha, pero aún se encuentran dispersas y no logran producir los cambios de paradigmas en los imaginarios más allá del estado de bienestar. Extender y profundizar esas experiencias es un desafío para enfrentar la crisis que deja el coronavirus, para disputar la hegemonía neoliberal expresada en las pautas de consumo, y la relación con la naturaleza.
Se trata de llevar los cuidados y la reproducción de la vida a amplios sectores de las comunidades y de la sociedad; de incorporar estas dimensiones en las organizaciones sociales, sindicatos, cooperativas y todo tipo de organización social. Las prácticas sociales deben expandirse más allá del estado, para hacer posibles campos relacionales guiados por principios éticos para la construcción del “común”. La economista feminista Natalia Quiroga señala que la interacción entre la economía social y popular pos patriarcal y la economía feminista debe centrar sus prácticas en una economía para la vida. Una economía que nos cuide. Existen propuestas y directrices para comenzar a ensayar transiciones socio ecológicas hacia otro modelo de economía y organización social.
Hay que desear hacerlo.
Bibliografía
CARRASCO, Cristina. La sostenibilidad de la vida humana ¿un asunto de mujeres? Icaria Editorial: Barcelona, 2001 a.
CARRASCO BENGOA, Cristina; DÍAZ CORRAL, Carmen. Editoras. Economía feminista: desafíos. Propuestas, alianzas. Entrepueblos: Barlenona, 2017.
HERRERO, Yayo. Economía ecológica y Economía Feminista: un diálogo necesario en Economía feminista: desafíos, propuestas, alianzas. Entrepueblos: Barcelona, 2017.
PEREZ OROZCO, Amaia. ¿Espacios económicos de subversión feminista? en Economía feminista: desafíos, propuestas, alianzas. Entrepueblos: Barcelona, 2017.
QUIROGA, Natalia. “Economía Pospatriarcal”. Lavaca, Buenos Aires, 2019.
ROLNIK, Suely. Esferas de la insurrección. Apuntes para descolonizar el inconsciente. Tinta Limón, Colección Naciones Comunes. Buenos Aires 2019
Pacto Social del Sur 2020 https://pactoecosocialdelsur.com/.